18 de noviembre de 2017

PASA AL BANQUETE DE TU SEÑOR

Reflexión homilética para el XXXIII domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A
En este domingo seré un poco más breve en mi reflexión porque quiero compartirles un mensaje del Papa, aunque seguramente todos lo conocen.
Hoy es el penúltimo domingo del año, pero viene a ser el último, ya que el siguiente domingo XXXIV es la fiesta de Cristo Rey, Señor de la historia.
*       Proverbios
El libro de los Proverbios nos presenta a una mujer que con su vida se prepara para recibir de Dios y de los hombres la mayor alabanza.
Puedes meditarlo con detención. Esta mujer hace cosas muy concretas para utilizar todos sus talentos y hacer felices a los suyos.
El marido se fía de ella porque le aumenta las ganancias. Es una mujer laboriosa que trabaja para los suyos y no olvida al pobre y al necesitado. Esta mujer tiene la belleza auténtica que merece la alabanza de Dios y las felicitaciones de todos en la plaza.
Una mujer así, pregunta el mismo libro de los Proverbios, ¿quién podrá encontrarla? “Vale mucho más que las perlas”.
*       Salmo responsorial (127)
Nos presenta la belleza de una familia en la que todos son felices.
El hombre sigue los caminos de Dios y come del fruto de su trabajo.
Su esposa, en medio de la casa, es como una parra fecunda. Y los hijos, vienen a ser como una corona alrededor de la mesa.
Hoy cuando tantos matrimonios no quieren tener hijos, deberían pensar que no hay bendición mejor que un matrimonio sano y fecundo y unos hijos que crecen en la prosperidad y en la paz. Y son el futuro de la familia.
*       San Pablo
La carta de Pablo a los Tesalonicenses completa la idea del domingo anterior, recalcando que “en lo referente al tiempo y a las circunstancias… sabéis… que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche”.
El apóstol llega a comparar la venida del Señor al final de los tiempos con los dolores de parto de la que está encinta.
Sin embargo todo esto Pablo no lo dice para que vivamos en el temor sino para que recordemos que “somos hijos de la luz e hijos del día”.
Una vez más, en este párrafo está presente el consejo bíblico tantas veces repetido:
“No durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados”.
*       Evangelio
Es una invitación a hacer un examen de conciencia bajo la comparación, o parábola de los talentos.
Nos conviene pensar que Dios nos regaló, en el momento oportuno, una serie de “talentos”, es decir, cualidades, posibilidades, salud, talento, dones, etc.
La verdad es que nos los dio no como a dueños sino como a administradores, esperando recoger un día el fruto abundante.
Lo más importante es que, a través de todos los años de tu vida, te prepares para que merezcas escuchar las dulces palabras de tu Maestro y Señor:
“Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor”.
Vale la pena sacrificarse y trabajar en el Reino de Dios para oír estas palabras que llevarán consigo la felicidad eterna.
Si este año no lo has conseguido, prepárate para que en el año que va a empezar pronto puedas doblar los talentos que Dios te dio, como el empleado fiel.

*       Pedido del Papa Francisco
“Mientras en todas las catedrales y santuarios del mundo se cerraban las Puertas de la Misericordia, intuí que, como otro signo concreto de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada mundial de los pobres. Será la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mt 25,31-46)”. Será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social. Esta Jornada constituirá también una genuina forma de nueva evangelización (cf. Mt 11,5), con la que se renueve el rostro de la Iglesia en su acción perenne de conversión pastoral, para ser testimonio de la misericordia” (Misericordia et miseria, 21).
Hermosa conclusión práctica que te invito a tener en cuenta en este domingo.

José Ignacio Alemany Grau, obispo