7 de septiembre de 2016

DIOS TE BUSCA

Reflexión homilética para el XXIV domingo del Tiempo ordinario, ciclo C
Este es un domingo especial para la liturgia sobre todo en el año de la misericordia que estamos celebrando:
Dios manifiesta su misericordia en que nos busca a cada uno.
Precisamente a las tres parábolas de hoy se las llama “parábolas de la misericordia”, como habrás leído en la bula del Papa Francisco:
Es el amor de Dios que se hace el encontradizo en cada momento de nuestra vida y para conseguir nuestro corazón envía al Verbo  que se hizo hombre y camina por nuestros desiertos y caminos, como el mejor amigo.
*       El capítulo 15 de Lucas es un párrafo del Evangelio siempre conocido y vuelto a meditar:
*El pastor busca la oveja. Ya sabemos a quién representa cada uno:
A Dios y a ti (o a mí).
La oveja se escapa. El pastor la busca hasta que la encuentra. Al encontrarla no la deja mal… la pone amorosamente sobre sus hombros y grita a los vecinos:
“Felicitadme, encontré la oveja que se me había perdido”.
¡Qué delicado! Se echa la culpa a sí mismo.
*La dracma y la mujer. El caso es similar al anterior con matices distintos y la delicadeza del Señor que busca. Cuando la encuentra reúne a las amigas para compartir su gozo:
“¡Felicitadme! He encontrado la moneda que se me había perdido”.
En ambos casos Jesús saca la misma conclusión: la alegría en el cielo por el encuentro.
*En la tercera parábola del capítulo, encontramos muchos y emocionantes detalles:
El hijo pequeño quiere libertad y rompe los lazos familiares. Ya no volverá más y pide la herencia que le corresponde.
El padre no pone obstáculos. Tiene más experiencia del corazón humano y sabe que regresará.
El muchacho sale. Malgasta todo. No encuentra trabajo. Apenas le mandan cuidar unos chanchos y… decide volver.
Jesús da a entender que el padre siempre miraba el camino por donde se fue el pródigo.
Un día “lo ve de lejos, se conmueve. Echa a correr. Se le echa al cuello y se puso a besarlo”.
El hijo nunca pensó que el Padre lo buscaba cada día con los ojos ancianos pero con el corazón amoroso.
Y todo fue fiesta.
En medio de la alegría comunitaria, el Padre tiene que salir también a buscar al hermano mayor que no quiere entrar, pensando en la gran injusticia de hacer fiesta porque regresó el malcriado después de malgastar toda su fortuna.
El “hijo fiel” ofendió a su Padre y al pequeño. “El padre salió e intentaba persuadirlo…”
Así es ese padre que claramente representa a Dios: sale a buscar al que parecía tan bueno y al que actuó tan mal.
En el corazón de Dios cabemos todos: tú y yo también. Nos busca siempre.
No es el hombre quien busca a Dios sino Dios quien busca a sus criaturas a las que regaló su imagen y semejanza.
Y ahora una mirada sobre los otros textos del día.
*       El Éxodo nos presenta al pueblo de Israel que se aparta de Dios cometiendo una grave idolatría al postrarse ante “un novillo de metal” (el becerro de oro).
Moisés intercede y Dios acoge y perdona.
Reflexiona los bellos detalles de la oración que hace el gran caudillo Moisés.
*       San Pablo con toda humildad nos cuenta cómo vivía tan lejos de Dios… y “Dios tuvo compasión de mí y derrochó su gracia en mí dándome la fe y el amor en Cristo Jesús”.
Pablo nos invita a abrirnos a ese Dios que busca, trayendo su perdón y misericordia:
“Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores”. Es Jesús el enviado de Dios para buscar en su nombre.
*       El salmo responsorial nos invita a todos a ponernos en camino para encontrarnos a ese Dios que nos busca “porque nos amó primero”.
Repetiremos esta frase del Evangelio de hoy: “Me pondré en camino adonde está mi Padre”.
Se trata del salmo 50. La gran oración del arrepentimiento y vuelta a los brazos de Dios.
Pidamos con el salmista: “crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme”.
Amigo, si Dios te busca, vuélvete hacia Él: lo tienes junto a ti.
José Ignacio Alemany Grau, obispo