23 de abril de 2015

Reflexión dominical para el IV Domingo de Pascua, ciclo B


CADA UNO EN SU SITIO… Y JESÚS EL PRIMERO

*      Llamaron a Pedro para que declarara sobre Jesús.
Estaban reunidos los mismos que habían condenado a Jesús gritando: “¡reo es de muerte!”
Ahora quieren poner orden en Jerusalén pensando que el grupo de los seguidores de Jesús era fácil de asustar.
No olvidemos que después de predicar Pedro, explicando la curación del cojo de nacimiento, se habían convertido cinco mil personas.
Pero el que puso las cosas en su sitio fue Pedro que aprovechó la oportunidad para repetirles, una vez más, lo mismo que dijo al gran público, tanto el día de Pentecostés como después del milagro de la curación del paralítico.
El simple pescador del mar de Galilea los desconcierta a todos.
Este es el esquema de lo que les dijo, hablando de su Maestro:
- Ustedes lo crucificaron pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
- Hoy Jesús está vivo y está actuando.
- No hemos sido nosotros. Jesús ha curado al tullido.
- Han sido cinco mil personas las que se han convertido. Esta es la fuerza del Resucitado también en estos días.
- Está claro que ustedes rechazaron a Jesús pero ahora se ha convertido en la piedra angular.
- Desde ahora ningún otro puede salvar. “Bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos”.
Está claro que Pedro, después de Pentecostés, quedó lleno del Espíritu Santo y no era fácil hacerle callar.
*      A este Jesús rechazado, lo proclamaremos en el salmo responsorial, repitiendo las hermosas palabras del salmo 117:
“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular… Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”.
*      ¿Quién es tu padre?
“El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él”.
Por eso no debemos extrañarnos de que el mundo persiga a los seguidores de Jesús, como vemos dolorosamente en nuestros días.
San Juan en su carta nos habla de Dios y nos dice que, aunque no nos conozcan los demás, debemos meditar esta gran verdad:
“Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, ¡pues lo somos!”
Sí. Somos hijos de buen Padre.
Ya somos sus hijos adoptivos pero “aún no se ha manifestado lo que seremos”.
Medítalo, amigo. Que ayude en tu vida el pensar que “seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es”.
*      El verso aleluyático nos presenta a Jesús con el título que le da la Iglesia en este día:
“Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí”.
Él nos conoce, ¡es buen Pastor!
¿Nosotros lo conocemos de verdad?
No olvidemos que somos sus ovejas.
*      Juan nos habla de Jesús como Pastor bueno y muy especial entre todos los pastores.
Pero esto del buen pastor es un poco extraño.
Hasta ahora no he conocido ningún pastor que dé la vida por sus ovejas.
Sí conozco, en cambio, a muchos pastores que las trasquilan para aprovechar su lana; las venden en la feria o simplemente las matan para comer su carne.
Sin embargo Jesús se presenta como el Pastor bueno que sacrifica la vida por las ovejas.
Aunque se nos hace muy normal repetir que Jesús es el buen Pastor es algo inexplicable.
Él es Pastor que aprendió del Padre Dios a darse, en vez de aprovecharse de los demás:
“Conozco a las mías y las mías me conocen igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre. Yo doy mi vida por las ovejas”.
Jesús mismo explica que da la vida porque tiene el poder y la seguridad de recuperarla:
“Nadie me la quita sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y poder para recuperarla”.
Solo queda una pena en el corazón del Buen Pastor.
“Tengo además otras ovejas que no son de este redil. También a estas las tengo que traer y escucharán mi voz. Y habrá un solo rebaño y un solo pastor”.
Hoy recuerda la Iglesia al Buen Pastor y por lo mismo nos pide que oremos por las vocaciones.
Hagámoslo con mucho amor.

José Ignacio Alemany Grau, obispo