8 de mayo de 2014

IV Domingo de Pascua, Ciclo A

PRIMERO PUERTA Y DESPUÉS PASTOR
Es Benedicto XVI el que nos advierte que Jesús, al hablar del buen pastor, no comienza diciendo “yo soy el Buen Pastor” sino que nos dice con una imagen distinta “os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas”.

Es interesante que entendamos que sólo Jesucristo es el dueño del rebaño y que, por lo mismo, solamente puede haber otros pastores buenos cuando entran por Jesús.

El rebaño solamente es suyo. Por eso cuando hable con Pedro, después de la resurrección, le dirá: “Apacienta mis ovejas… mis corderos”. No le regala al rebaño sino el cuidado del mismo.

Y Jesús que ama a sus ovejas (porque da la vida por ellas) las deja únicamente a quien le sigue a Él mismo de verdad.

Este es el domingo del Buen Pastor.

Es interesante que en los tres ciclos de este cuarto domingo de Pascua se lea el mismo capítulo diez de san Juan en tres partes distintas.

Llamar pastor a Dios es algo muy frecuente en el Antiguo Testamento.

Conocemos sobre todo el salmo 22 que leeremos como responsorial y que es tan querido del pueblo de Dios:

“El Señor es mi pastor nada me puede faltar”.

En otros muchos momentos vemos también cómo el pueblo de Dios se considera rebaño de Él y también cómo los distintos profetas de una u otra forma, utilizan la imagen del pastor y las ovejas.

Es interesante esta afirmación del Papa Benedicto XVI: “Los últimos profetas de Israel vislumbran, sin poder explicar mejor la figura, al Redentor que sufre y muere, al pastor que se convierte en cordero”.

Creo que a todos nos inspira una multitud de imágenes distintas pero muy hermosas tanto la palabra pastor como la palabra cordero. Quienes conocemos los campos recordamos muchas imágenes de rebaños sesteando, descansando a la sombra de los árboles, bebiendo en los riachuelos y pastando en las praderas.

Recordamos también los apriscos, con su puerta y con el guardián que abre al pastor y las ovejas que van entrando o saliendo seguras, porque conocen el silbo de su dueño.

Todo esto nos trae Jesús a la imaginación en el Evangelio.

“El que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz y Él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz”.

Nos dice san Juan que los oyentes no entendieron a Jesús y es entonces cuando se presenta Él mismo como puerta: “Yo soy la puerta de las ovejas… quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir y encontrará pastos”.

Como vemos en el párrafo que nos toca en el ciclo A, Jesús no se ha definido como el Buen Pastor, palabras con las que comenzará el próximo año (el ciclo B) el Evangelio de este día del Buen Pastor. 

De todas formas Jesús nos ha presentado aquí al Pastor bueno, querido de sus ovejas porque se sienten queridas por Él. Conocen su voz y le siguen. Éste es, evidentemente, Jesucristo.

Nos ha hablado también de los malos pastores a quienes las ovejas no siguen porque no lo conocen.

Y nos ha hablado de los otros pastores que son buenos y entran por la puerta que es Cristo y tienen conciencia de que el rebaño le pertenece a Jesús y estos son todos los buenos sacerdotes y los responsables de los grupos (de las ovejas) que pertenecen al rebaño de Jesús.

Aquí surgirían una serie de preguntas:

Si soy pastor, ¿conozco a mis ovejas (los fieles) y ellas me conocen?
¿He entrado por Cristo a quien reconozco como único dueño o he entrado por mí mismo y mis intereses?

Si soy oveja, ¿conozco a Jesús y conozco también a los buenos pastores que siguen a Cristo o en estos momentos en que hay salteadores que se hacen pasar por sacerdotes de la Iglesia me dejo engañar por ellos?

¿Soy dócil a mi Pastor y como de los pastos que Él me ofrece sobre todo su palabra y su Eucaristía?

Los Hechos de los Apóstoles nos presentan a Pedro que termina su valiente discurso el día de Pentecostés diciendo:

“Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías”.

Entonces, el fruto de la predicación de Pedro y la presencia especial del Espíritu Santo hizo que la multitud “traspasado el corazón” preguntara “¿qué tenemos que hacer, hermanos?”.

Pedro los invita a la conversión y al bautismo en nombre de Jesús.

Y ellos aceptan y entran en su aprisco porque aquel día “aceptaron sus palabras, se bautizaron y se les agregaron unos tres mil”.

En cuanto a la primera carta del mismo apóstol Pedro, invita a seguir a Jesús, el Buen Pastor que sufrió tanto por salvarnos y “sus heridas nos han curado” y entrando de lleno en el tema de hoy nos dice: “andabais descarriados como ovejas pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas”.

Hoy es el Domingo del Buen Pastor en la Iglesia de Jesús. Este domingo está dedicado a pedir por los sacerdotes y por las vocaciones para que todos seamos fieles seguidores tanto de la Persona de Jesús como de su doctrina.

No olvidemos lo que decía san Alfonso: “las ovejas que andan más cerca de su Pastor reciben bocaditos de lo que él mismo come”.

Finalmente, hoy recordamos también a las mujeres valientes que han sabido dar la vida. Que Dios las cuide y que también ellas sigan los ejemplos que el Buen Pastor nos ha dado a todos.

Feliz día, madres que me leen cada semana.
José Ignacio Alemany Grau, obispo