3 de abril de 2014

V Domingo de Cuaresma, Ciclo A

YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
La presentación de la liturgia nos la hace hoy el prefacio.

Jesucristo es la resurrección y la vida para todos: “Jesucristo hombre mortal como nosotros, que lloró a su amigo Lázaro, y Dios y Señor de la vida que lo levantó del sepulcro, hoy extiende su compasión a todos los hombres y por medio de sus sacramentos los restaura a una vida nueva”.

La primera lectura de Ezequiel nos habla de resurrección de muertos.

Es como una figura de lo que hará Jesucristo con todos los redimidos:

“Cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que yo soy el Señor. Os infundiré mi Espíritu”.

Por su parte san Pablo habla de ese mismo Espíritu: “Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al Espíritu ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. 

El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.

Sólo el Espíritu que resucitó a Jesús vivificará nuestros cuerpos mortales”.

Del mismo tema se nos habla en la resurrección de Lázaro que vivía en Betania con Marta y María, sus hermanas.

Lázaro enfermó gravemente, murió y Jesucristo lo resucitó.

Los invito a cada uno de ustedes a meditar este bellísimo capítulo once de san Juan.

Por mi parte me limitaré a entresacar algunas frases para ayudarnos mutuamente a sacar de ellas todo el fruto que podamos.

* Tu amigo está enfermo.

Nosotros que hacemos tanta literatura hueca para pedir a Dios y a los hombres debemos aprender de estas hermanas a pedir con sencillez y con mucha confianza. Así sacaron ellas del corazón amoroso de Jesús el milagro tan grande.

* Esta enfermedad “es para que el hijo de Dios sea glorificado por ella”.

Es claro que la enfermedad de Lázaro y su muerte sirvieron para glorificar a Jesús y también para que muchos creyeran en Él. 

Será bueno que meditemos si cuando nos enfermamos nosotros o algún ser querido, con nuestra enfermedad glorificamos a Dios.

* “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”. 

Jesús en la casa de Betania encontraba un hogar lleno de cariño y cercanía en medio de tantas persecuciones que tuvo que soportar: 

¿De verdad tu hogar es casa de Jesús y Él se siente feliz contigo y con los tuyos?

* “Vamos también nosotros y muramos con Él”.

Cuando los apóstoles, que sabían que Jesús era perseguido a muerte, vieron que quería volver a Betania se asustaron y al final Tomás se hizo el valiente e invitó a todos a ir con Jesús y jugarse la vida. Es el único momento de valentía que conocemos que vivieron los apóstoles.

¿Alguna vez te has jugado tú la vida por Jesús?

¡Él sí se la jugó por ti!

* Hay una frase hermosa que repiten espontáneamente las dos hermanas, cada una en el momento en que se encontró con Jesús:

“Si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano”.

¿Has aprendido a confiar en Jesús tú y los de tu casa como esta familia de Betania?

* “Yo soy la resurrección y la vida”.

Ésta es la clave de todo el Evangelio de hoy. Esta afirmación de Jesús es la que Él pedirá a Marta que repita, como una condición para hacer el milagro: “¿crees esto?”. Y Marta acepta el reto con esta confesión: 

* “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el hijo de Dios que tenía que venir al mundo”.

* “El Maestro está ahí y te llama”.

Muchas veces junto al sagrario habrás leído esta frase que dijo Marta a su hermana: “El Maestro está ahí y te llama”.

¿Has invitado a muchas personas para que se acerquen al sagrario y se encuentren con Jesús?

* “Jesús lloró”.

Suelen decir que este versículo 35 es el más breve de toda la Biblia, pero cuánta ternura supone en el corazón de Jesús que siendo Dios llegó a vivir un amor tan profundo por la humanidad.

* “Cómo lo quería”.

Es el comentario que hicieron, según san Juan, los judíos al ver tan tierno a Jesús.

Da pena ver cómo en nuestro tiempo ni los sufrimientos más grandes de los hombres hacen llorar a nadie porque pasamos tan superficialmente por las situaciones más dolorosas de los seres humanos.

* “Si crees verás la gloria de Dios”.

Frente a las dudas de las hermanas que advierten que Lázaro lleva más de cuatro días muerto, Jesús pide una vez más la fe que era su pedido siempre que iba a hacer un milagro.

* “Lázaro, ven fuera”.

No es posible imaginar los ojos de toda aquella gente y en especial de Marta y María en aquel momento. Pero Jesús, dueño de la situación, pidió que desataran al muerto vendado que salía en aquel momento del sepulcro y le dejaran andar.

¿Y cuál fue el resultado de aquel milagro, el más grande de su vida que hizo Jesús por fidelidad a sus amigos?

Unos creyeron en Él y otros concluyeron que había que matar a Lázaro para evitar la fama creciente de Jesús.

Luego buscaron a Jesús para acabar con Él: ¡Es nuestra ingratitud!

Pero aun así nos ama Dios. 

José Ignacio Alemany Grau, obispo