20 de abril de 2014

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

“La resurrección de Jesús es un estallido de luz. Se supera la muerte, el sepulcro se abre de par en par. El Resucitado mismo es luz, la Luz del mundo.

Con la resurrección, el día de Dios entra en la noche de la historia. 

A partir de la resurrección, la luz de Dios se difunde en el mundo y en la historia.

Se hace de día. Sólo esta luz, Jesucristo, es la luz verdadera, más que el fenómeno físico de la luz.

Él es la pura luz: 

Dios mismo que hace surgir una nueva creación en aquella antigua, y transforma el caos en cosmos”.

Así presentaba el Papa Benedicto la Pascua el año 2009.

Eso es lo que sucedió el día de la Pascua. Es la obra de Dios. 

Por su parte los hombres a lo máximo que pueden aspirar, ellos solos, es a enterrar la luz.

Pero si la luz es verdadera, vuelve a brotar con más fuerza. Es incontenible.

Eso hicieron con Jesús. Mucho tiempo echando tierra sobre Él y su fama. Con gran esfuerzo lo crucificaron y cantaron victoria. Pero en el mismo momento de su muerte a un centurión pagano se le prendió la chispa y metido en el fuego del resucitado exclamó: “Verdaderamente éste era el Hijo de Dios”.

Desde ahora Jesús es inatrapable. Ya no pueden prenderlo ni apagarlo: ¡Resucitó!

Es la fiesta de hoy.

¿En qué consistió la resurrección de Jesús?

“La resurrección de Jesús ha consistido en romper las cadenas para ir hacia un tipo de vida totalmente nuevo, a una vida que ya no está sujeta a la ley de la muerte sino que está más allá de eso. Una vida que ha inaugurado una nueva dimensión del hombre, vivir más allá de la muerte”.

***

* Vayamos ahora a la liturgia de este domingo cuyo título es: “Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor” y, como en los días grandes, vamos al prefacio:

Lo primero que encontramos es que no es uno sino cinco los prefacios que pueden rezarse cualquiera de los días de Pascua.

En ellos encontramos matices o temas distintos:

“La nueva vida en Cristo”; “Cristo vivo e intercesor perpetuo en favor nuestro”; “La restauración del universo por el misterio pascual”; “Cristo sacerdote y víctima”.

Y el primero de los títulos es “El misterio Pascual” que en su parte central dice así:

“Él es el verdadero cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida”.

* Una frase que repetiremos en este día y durante el tiempo pascual pertenece al salmo 117: 

“Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”.

Para la Iglesia, la Pascua no es un día de veinticuatro horas sino ocho días. En ellos oiremos con frecuencia estas palabras para que comprendamos las maravillas de la Pascua de Jesús que será también nuestra Pascua.

* También repetiremos la palabra “Aleluya” que significa “alabanza al Señor”, pero que repitiéndola en momentos y tiempos de alegría lleva consigo un significado de alegría desbordante.

Este fue el motivo por el que durante cuarenta días de penitencia cuaresmal no lo hemos oído rezar ni cantar.

* Finalmente hemos de advertir que la liturgia de la Pascua es la más rica del año. Por eso se multiplican los esquemas especiales para la Santa Misa y las flores y los cantos y aleluyas y expresiones de gozo.

* De todo esto se desprende que nuestro corazón, como campana inquieta, debe repetir un himno de acción de gracias:

“Dad gracias al Señor porque es bueno”.

* Pedro en el capítulo diez de los Hechos presenta a la multitud la gloriosa resurrección de su Maestro y hablando de Jesús afirma: “lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver no a todo el pueblo, sino a los testigos que Él había designado: a nosotros que hemos comido y bebido con Él después de la resurrección”.

* San Pablo nos pide hoy:

“Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios”.

* El Evangelio de san Juan recuerda cómo la Magdalena fue temprano al sepulcro, el primer día de la semana, y al verlo vacío, echó a correr desesperadamente para decir a Pedro y a Juan:

“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.

Los dos corren también. Entra Pedro y advierte que todo está completo pero falta el cuerpo del Señor.

Después entra Juan y escuetamente afirma que en aquel momento “entró y creyó”.

* Este domingo, el más grande del año, tiene también una secuencia que les invito a meditar porque en ella se recogen poéticamente los momentos de la resurrección.

Terminemos también citando a nuestro querido Papa Benedicto XVI:

“Lo sabemos. Él ha resucitado verdaderamente. Él es el viviente. A Él nos encomendamos con la seguridad de estar en la senda justa. Con Tomás, metemos nuestra mano en el costado traspasado de Jesús y confesamos: ¡Señor mío y Dios mío!”

Amigos, a todos les deseo una Feliz Pascua con Jesús Resucitado.

José Ignacio Alemany Grau, obispo