15 de diciembre de 2011

IV DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO B


¿CÓMO FUE EL NACIMIENTO DE JESÚS?
En el cuarto domingo de Adviento, la Iglesia nos invita a meditar cómo fue la preparación del nacimiento de Jesucristo, para que nos dispongamos a celebrar la Navidad.
Nuestro guía es San Mateo.
Recordemos que al comienzo del capítulo primero nos cuenta la genealogía de Jesús. Según ella Jesucristo se hace hombre y sus ascendientes son los grandes personajes bíblicos del Antiguo Testamento, especialmente David.
Esta lectura, que a veces se nos hace pesada es, sin embargo, muy importante porque ante la ley Jesús es descendiente del gran rey David. Así se cumplían las Escrituras.
Después de la genealogía el mismo San Mateo nos presenta esta frase con la que titulo esta reflexión:
“El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera”.
María estaba desposada con José.
El desposorio venía a ser como la primera parte del compromiso matrimonial que precedía al matrimonio. Éste se celebraba un tiempo después y lo normal era que cada uno siguiera en su casa hasta la fiesta del matrimonio. Por eso nos dice el evangelista que María “estaba desposada con José y antes de vivir juntos”, es decir, antes de celebrar el matrimonio, resultó que ella estaba encinta.
Está claro que José no tenía nada que ver con esta situación. Esto produjo una verdadera tormenta en el corazón de José “que era un hombre justo”:
Por una parte veía la belleza y santidad de María y, por otra, estaban claros en ella los signos externos de la fecundidad.
Al fin, tomó la decisión de escaparse y así la gente creería que José se había ido, dejando encinta a su esposa. De esta manera se salvaba la fama de María, a la que José quería tanto.
Al tomar esta decisión el Señor se le manifiesta en sueños mediante un ángel.
Es interesante advertir que, según el Evangelio, la manera normal de comunicarse Dios con José es en sueños y mediante un ángel que le da la seguridad de cuál es la voluntad de Dios sobre él y sobre Jesús y María.
El ángel, pues, revela a José el misterio oculto en su esposa:
“José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.
“Llevarse a María” indica que él debe realizar el matrimonio para formar un hogar.
En ese hogar nacerá una criatura a la que “tú le pondrás por nombre Jesús”.
El que pone el nombre, según la ley judía, es el padre. Por tanto el ángel le está diciendo a José que él será el padre de Jesús ante la sociedad.
En cuanto al nombre que le pone, sabemos que era un nombre común en aquel tiempo. Pero en el caso, ya no se trataba del nombre, mismo sino del significado de la palabra.
En efecto, Jesús significa “salvador”.
Y es el ángel quien le explica al mismo José que le ponga el nombre de Jesús porque “él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Después de esto, Mateo confirma el cumplimiento de la profecía de Isaías que tenemos en la primera lectura:
“Mirad, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel que significa Dios-con-nosotros”.
Esta es precisamente la señal que dio el Señor al desconfiado rey Acaz, como signo de que vencería a sus enemigos.
El salmo responsorial nos invita a repetir estas palabras: “Va a entrar el Señor, Él es el rey de la gloria”.
El sentido litúrgico de este versículo nos lleva a meditar en el misterio de la entrada de Jesús en el mundo.
Si bien es pequeño y nace como cualquier otro niño, en realidad Él es el rey de la gloria.
Por su parte la Carta a los Romanos nos hace saber que San Pablo ha sido elegido por Dios para anunciar el Evangelio, “este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su hijo, nacido según la carne, de la estirpe de David; constituido según el Espíritu Santo, hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo nuestro Señor”.
Esta es la esencia de la evangelización que hará Pablo, predicar a Jesucristo, y nosotros debemos seguir sus pasos.
El verso aleluyático, finalmente, es una nueva invitación a meditar en el gran misterio de la encarnación.
“Mirad, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios–con–nosotros”.

José Ignacio Alemany Grau, Obispo