4 de agosto de 2011

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A

¿TIENES FE? ¡SÍ O NO!

Este domingo nos lleva a muy distintas formas de hacer oración.
- La fe de Elías que se lo juega todo por Dios.
- La intimidad de Cristo que busca la soledad para compartir con el Padre.
- La inquietud apostólica de Pablo.
- Y, yo diría, que la actitud de Pedro que nos golpea a nosotros cuando vemos su fe que parece que sí, parece que no… y triunfa.
Desde ahora los invito a tener presente el versículo del salmo responsorial, poniendo toda nuestra confianza en Dios:
“Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”.
Veamos por partes:

* Elías, el profeta valiente y contemplativo, huye del rey inicuo y débil Ajab y sobre todo de su esposa, la perversa Jesabel.
Va camino del Horeb que no es otro que el Sinaí, el monte de la contemplación y del encuentro con Dios.
A la voz de Dios que pregunta, responde Elías que el celo de Dios lo devora como un fuego al ver que su pueblo ha vuelto las espaldas a su Dios.
Frente a las grandes manifestaciones de Dios (huracán, terremotos y fuego) aquí Dios se presenta en la brisa suave. Entonces Elías sale de la cueva y se dispone a escuchar.
Es la originalidad de Dios que siempre nos sorprende. Las contemplativas nos enseñan a oír su mensaje en cualquier momento o circunstancia.
* Pablo, el inquieto, llevó siempre en el alma al pueblo judío. Cuando llega a una ciudad busca primero a los de su raza. Pero lo rechazan y esto les duele en el alma, “siento una gran pena y un dolor incesante en mi corazón”. El amor de Pablo es tan fuerte que para salvar a los suyos aceptaría incluso su propia condenación.
Nosotros, como nos enseñan los últimos Papas, debemos amar y orar por el pueblo judío que nos ha transmitido toda la revelación del Antiguo Testamento y por lo mismo son nuestros “hermanos en la fe”.
* En el Evangelio hay dos momentos, el primero es cuando Jesús “después de despedir a la gente sube al monte a solas para orar”.
Tenemos ya diversas formas de oración: Elías orando y esperando a Dios que viene al monte donde él está orando.
Pablo ora y se ofrece por “mis hermanos, los de mi raza según la carne”.
Jesús busca también en la soledad del cerro, la paz que le da la oración, el encuentro con su Padre… misterio incomprensible para nosotros pues Jesús es Dios como el Padre. Pero, al ser hombre como nosotros, ora y nos enseña a orar.
* Veamos ahora la oración caprichosa de Pedro el impulsivo.
Jesús sabe que sus amigos pelean con el mar huracanado.
(Algo así como nos sucede a nosotros en algunos momentos).
Después del susto inicial y de los gritos de los apóstoles, se oye la voz de Jesús:
“¡Ánimo! ¡Soy yo! No tengan miedo”.
Ahí es donde Pedro hace su extraña oración:
“Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti, andando sobre el agua”.
¿Qué querría Pedro con esta petición?
Jesús, complaciente, le dice:
- ¡Ven!
Y Pedro, ¡allá va! Feliz. Pero sólo con la fuerza del viento, teme, se tambalea y empieza a hundirse.
Entonces hace la verdadera oración del humilde:
- ¡Señor, sálvame!
Jesús lo toma de la mano y le reprende, metiéndolo en la barca:
- “¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”
La última oración de todo el grupo es de adoración y admiración:
“¡Realmente eres Hijo de Dios!”
Creo que es bueno preguntarnos hoy:
¿Tengo fe? Posiblemente nos pasa como a Pedro… ¡sí y no!
Pidamos la fe de los apóstoles para proclamar conscientemente que Jesús es el Hijo de Dios.

José Ignacio Alemany Grau, Obispo